lunes, 15 de noviembre de 2010

A PROPOSITO DEL POSTERGADO DEBATE SOBRE EL CUPO


Podrán demorar la equidad de género, pero no podrán evitarla


(Por María Inés Zigarán) Una vez más, la Legislatura ha eludido tratar el proyecto de ley de cupo. Se ha argumentado que cuestiones de seguridad provocaron el levantamiento de la sesión. Sin embargo, sabemos que fueron determinantes las tensiones internas dentro del bloque oficialista, por las diferencias planteadas por uno -o más diputados- respecto del dictamen del justicialismo que proponía una ley de cupo de utilería que no hubiera servido para incrementar la presencia de mujeres en los ámbitos parlamentarios.


Por unas horas tuvimos la esperanza que iba a naufragar el intento de hacer una norma que no hubiera cambiado nada y que hubiera legalizado la discriminación hacia las mujeres del interior. Creímos que podía aprobarse una ley de cupo similar a la de la Nación, como la planteada en el dictamen de la UCR, Primero Jujuy, Lyder y el diputado justicialista Miguel Tito. Parecía que finalmente la ciudadanía de las mujeres de Jujuy iba a encontrar una nueva plataforma para el ejercicio más activo en el campo de la política.

Pero no hubo sesión, ni debate legislativo, ni ley de cupo. Sólo hubo una nueva dilación para un tema, postergado durante 20 años.

Parece que en Jujuy, el Estado puede vivir al margen de la Constitución y de los avances normativos. Pareciera que los derechos humanos –y particularmente los derechos de las mujeres- no son para las jujeñas; hoy ciudadanas de segunda en una provincia que se pretende escindida de la Nación, pero sólo para desconocer el bloque constitucional de derechos, para sustraerse de los tratados internacionales, reclamando una autonomía para impedir el acceso a derechos, pero nó para reclamar las deudas históricas que mantiene la Nación con Jujuy.

Indigna y revela la inseguridad que provoca un Estado reticente a reconocer derechos. Indigna que cuando la Justicia obliga al Estado a cumplir con un mandato constitucional, como garantizar la igualdad real de oportunidades entre hombres y mujeres, después el poder político intente disciplinar a los magistrados y sojuzgar a la institución que es el último resguardo de los/as desamparados/as.

Indigna que en la institución democrática por excelencia, el parlamento, un debate por el acceso igualitario de hombres y mujeres al poder, encuentre tanta resistencia y que encina se utilicen argumentos que no resisten ningún análisis. Más indignan los agravios y la violencia institucional y simbólica a la que nos han sometido muchos legisladores en estos años.

Indigna, de verdad, que se pretenda mantener a Jujuy sustraída de las conquistas que han alcanzado las mujeres, con mucha lucha y, a veces, con el acompañamiento de hombres solidarios que entienden que la dimensión de género es consustancial a la democracia.


Cualquier proyecto democrático estará enajenado si sigue limitada la representación de las mujeres en la política. Si hay cupo, ganamos todas y todos, las mujeres porque habremos encontrado una herramienta para ejercitar la ciudadanía política, pero gana la sociedad en su conjunto porque habrá instituciones más representativas y habrá con nosotras otros temas y otras miradas que enriquecerán el debate y la agenda legislativa. Lo hemos dicho infinidad de veces. No se trata de una lucha contra los hombres, se trata solamente de una cuestión de justicia, de calidad institucional y de democracia.

Mi hijo ya tiene 17 años, son los años que acompaño al movimiento de mujeres, son los años de entusiasmo y también de desencanto y de indignación. Hay mujeres que llevan muchos más años en esto y no se cansan. Han hecho escuela. A ellas, gracias, porque no es fácil resistir en un enclave premoderno donde un simple reclamo de derecho debe convertirse en una epopeya para tener eficacia.

No quiero ser candidata, lo aclaro. Pero sí quiero poder votar a más mujeres, quiero que las mujeres en la política ejerciten formas de gestión del poder más amigables, más sensibles con los problemas que atraviesan a nuestras sociedades. Quiero mujeres políticas que ayuden a movilizar una agenda sobre los derechos de las mujeres, para que en Jujuy haya menos muertes de mujeres por razones evitables, que haya menos violaciones, que nunca más haya un caso Romina Tejerina, que se terminen las violencias, que las mujeres dejen de ser las más pobres entre los pobres, que ganen igual que sus pares varones por la misma tarea, que tengan el mismo reconocimiento, que no tengan que rendir examen siempre y que si tienen que rendir se las evalúe de la misma manera que a los hombres. Quiero que las mujeres de los barrios, de los pueblos y las mujeres de las comunidades indígenas sientan que tienen el mismo derecho que sus vecinos varones a desear el poder y a ser concejalas, comisionadas, diputadas o senadoras. Con el cupo femenino no alcanza, pero ayuda.

Hay días que retrocedemos algunos casilleros, hay días que la esperanza cuesta un poco más. Igual, sabemos que falta menos. Porque aunque intenten detenerlo, hay un proceso imparable hacia la equidad de género. Podrán demorarlo -meses, años o algunas décadas más- pero no podrán impedirlo. Lo sé, sigo confiando en la justicia, en el sistema interamericano de protección de derechos humanos, confío en la fuerza de mis compañeras, confío también en el compromiso de diputados y diputadas que en estos años trataron de movilizar el tema en la Cámara- Confío en la solidaridad de todos/as los que comprenden la necesidad de la institucionalidad de género. Más tarde o más temprano, habrá justicia y habrá ciudadanas de primera en Jujuy.

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